quarta-feira, 7 de setembro de 2011

28- SICILIA


SICILIA     

A los pocos días, se preparaban ya las tres naves para cruzar otro estrecho mucho más peligroso, el que separa la punta de Italia de la fértil Sicilia, en cuya entrada se alza el volcán Etna, como dividiendo el Mediterráneo en dos partes: el Mundo Civilizado y la Tierra Incógnita.

-No debes fiarte de nada de lo que te quiso contar un fenicio -aseguró categórico el comandante cuando Orfeo, aprovechando que el buen viento hacía innecesario remar, le hizo comentarios discretos, neutrales y contenidos sobre los viajes de Beleazar por el Océano para sondear hasta que punto los griegos tenían conocimiento de ellos-. Esos tirios, sidonios y biblitas están más cerca del pirata que del comerciante. Acostumbrados a ser siempre deshonestos, hasta llegan a tragarse las propias mentiras que un día inventaron. Ellos presumen de haber sido los primeros en llegar a Tartessós, o dicen que fueron los cretenses, pero en la jonia Samos se sabe muy bien que el primero que llegó fue Nidácrito, quien, arrojado allí por una tempestad, vendió tan bien su cargamento a los íberos, a cambio de plata, estaño y oro, que volvió rico a su isla y no tuvo necesidad de navegar, sino por placer, en el resto de su vida.
-Pero... ¿Es cierto que existen países en el remoto Océano, más allá de Tartessós? -preguntó Orfeo.
-Claro que sí, yo he navegado personalmente: desde Tartessós hasta allí.  El periplo dura, con buen viento, unos veinte o veintidós días viajando sin parar. Tras el cabo de los Conios se costea la costa occidental de Iberia, que los indígenas llamaban Oestrymnis y nosotros Ophiusa, o Tierra de Las Serpientes, porque ese es el tótem más frecuente entre sus tribus. Ahí se puede obtener estaño y plomo de los galaicos, a cambio de cérámicas decoradas, sal y objetos de cobre. Después se dobla hacia el este y se sigue la costa norte de Iberia hasta el interior del Golfo Galático y hasta el cabo de Afrodita. Luego, navegando a lo largo de la costa occidental de la Galia, se llega a la Armórica, el país de los Oestrymnios del Norte (que seguramente se llamará así porque fue colonizado algún día por los del sur), quienes son navegantes audaces de raza acadiana-ligur. El suyo es el primer país donde hay mercados costeros en los que se encuentra bien abundante y barato el estaño. Yo estuve allí cuando era más joven. Y más al norte, parece ser que hay otras islas estañíferas. Y también la tierra del ámbar.
-¿Y ese lejano norte es un buen país para colonizar?
-Más al norte de la Galia está bien para comerciar, para obtener productos a poco precio ¡pero de ninguna manera para vivir allí...! Después de haber recorrido una buena parte del Océano, tanto hacia el Norte como hacia el Sur, a mí me parece que el litoral del Mediterráneo es el único lugar bueno para vivir del mundo... hacia el norte es demasiado lluvioso y frío, y hacia el sur demasiado seco y desértico. Serán siempre países tristes y salvajes, no les veo mucho futuro... Los habitarán los ignorantes y los cobardes, los que se conforman con lo único que conocen o los que no se conforman, pero no tienen agallas para agarrar una espada, como hicieron mis antepasados griegos, o los tuyos, tracios, o como estamos queriendo hacer nosotros ahora, para ir a conquistar un sitio agradable y próspero al sol y salir del frío y de la pobreza, o de la angustia y el hacinamiento... ¿Quieres saber, Orfeo, si un país es bueno para vivir en él? Es muy fácil: donde se dan suficientemente bien las uvas como para que se pueda hacer un buen vino, siempre es un buen país para vivir el hombre. Los demás países sólo son buenos para los osos o para los camellos.
¿Y como es Iberia, el país de los muertos?
-Es un país muy grande, cálido, boscoso, montañoso, abundante en buenos metales, oro, plata, plomo, hierro, cobre y también esparto, lino, lana, pieles, miel... En Tartessós se vende estaño, que traen por tierra del Noroeste, pero como sale realmente barato es yendo directamente a buscarlo al puerto de los Galaicos Ártabros... y hay toda clase de pueblos en Iberia, pero ninguno de ellos, que yo conozca, tiene nada que ver con los muertos... son, más bien, muy vitales, orgullosos, hospitalarios, generosos, comunicativos, alegres, más cuanto más al sur, que es bien soleado y mucho más civilizado que el resto de la península. En Tartessós se vive muy bien, es una verdadera ciudad, con todos los servicios. Además hay allí unas mujeres hermosas y calientes, que danzan mejor que las egipcias y las cretenses, y buenos templos de prostitutas sagradas, que salen baratísimas para nosotros.
-¿De qué manera conseguisteis permiso de los nativos para fundar allí una factoría?
            -La clave para hacerse rico allí es ir a hablar discretamente y en privado con algún jefe local, uno influyente, que controle los excedentes de la producción de su gente, y ofrecerle el papel de agente intermediario entre nuestras mercancías y sus paisanos…Y darle mucho a crédito, mucho, endeudarlo, hipotecarlo, atarlo durante veinte años a nosotros, enviciarlo a él y a su mujer y a sus hijos, en el uso y disfrute de nuestros productos mejores, comenzando por el vino. Por la cuenta que les tiene, cuidarán de nuestros intereses, que serán los suyos, se civilizarán y en poco tiempo desearán vivir como vivimos nosotros y temblarán ante la sola idea de que su status peligre, con lo que siempre nos serán fieles. Ellos serán el escaparate, envidiado por todos, de nuestras mercadurías, y convencerán con su sola apariencia y modelo a su pueblo de que necesitan comprar todas las cosas que nosotros vendemos, para ascender desde la condición de las bestias a una existencia digna.
-Pero eso mudará totalmente los valores de sus propias culturas... -arguyó Orfeo.
-¡Bah! Fuera de Tartessós, no se puede llamar cultura a lo que esos bárbaros tan elementales tienen. Hay que enseñarles a vivir decentemente y a que piensen y vistan como nosotros, a que abandonen el bandidismo tribal y se organicen como naciones, a que aprendan a trabajar de una manera puntual, eficaz y constante, a que respeten sus compromisos comerciales... Es toda una labor civilizadora ingrata y lenta, desde la pura base, igual que se enseña a los niños. Al principio llevábamos cosas lujosas, como manufacturas en marfil, pero no sabían apreciarlas. Sin embargo, quedaban deslumbrados, sobre todo las mujeres, ante simples cuentas brillantes y coloridas de vidrio...
Tras el deslumbramiento, que es la introducción, hay que empezar ofreciéndoles vino, luego sal, aceite de oliva y frutas, si dispones de ellas. Y, por supuesto, convidándoles a probar las más simples recetas civilizadas para comer con gusto y para que nos compren nuestros productos, ya que ellos sólo saben comer y beber como bestias los alimentos salvajes y gratuítos que les da la naturaleza circundante, y son tan tierra-tierra  que sólo pagan bien por satisfacer la barriga, el sexo y la vanidad.
... Y en la misma venta les puedes ofrecer cacharros de cocina y los objetos más comunes y vulgares que debe haber en toda casa. Pero, como tarde o temprano sus artesanos los imitarán, es fundamental estar atentos a cambiar el diseño en cada temporada y a renovar, poniendo de moda cada vez una chuchería diferente, sobre todo perifollos femeninos, diciendo que son “Lo que se lleva ahora mismo en Grecia o en Egipto”. Y todos desearán comprarlo a buen precio, para no ser menos que su vecino... El vino ayuda mucho a convencerles. El vino cretense, que antes fue egipcio, prendió muy bien en nuestras factorías en aquellas tierras.-

Nenhum comentário:

Postar um comentário