quinta-feira, 8 de setembro de 2011

48 (9)-PARTIDA DE AITO


 Una tarde Orfeo preguntó a Armenguín por qué había creado un cuerpo de guerreros como los Brigmil. 

"-Algunas tareas -explicó él-, nos ayudan a evolucionar más rápidamente que otras, sobre todo aquellas en las que te estás jugando la vida, que son las únicas capaces de conmover a los espíritus más fuertes y duros, los que más remordimientos cargan sobre sus espaldas, los que más se han manchado de sangre. 

Por eso nosotros acogimos a ese tipo de gentes indómitas y violentas, que abundaban en el país de los Gal y en toda Iberia y, para darles una oportunidad de redimirse, practicando sin apego la vida de acción arriesgada a la que estaban acostumbrados, creamos la Fraternidad de los Guerreros Libres, los hicimos entrenarse al ritmo de nuestros himnos y los pusimos a guardar nuestra comunidad y sus accesos por el Camino de las Estrellas.

 En tiempos de paz, cuando había necesidad de hacer trabajos colectivos bien duros, siempre los convocábamos y se comportaban muy bien en ellos. Tanto como se aburrían a muerte en los trabajos más suaves y rutinarios. Así que también los entrenamos en servicios de salvamento y rescate, en poda de árboles, tallado de piedras,  en recoger y cortar leña o en construir muros, edificios, caminos, canales  y represas.

 Para entonces, Aíto, uno de los hijos del Caudillo Breogán de Brigantia, ya se destacaba como su posible sucesor como jefe de guerra. Sin embargo, la vida de la corte y del ejército regular no le satisfacía, y cada vez venía a pasar temporadas mayores en Milesia, donde se encontraba mucho mejor en compañía de los Brigmil  que en la corte de su padre.

Un día me vino a preguntar lo que yo pensaba que debía de ser un héroe. Yo sabía que no podía darle una respuesta superficial, así que le respondí que se pusiera cómodo y escuchase mientras yo tocaba mi arpa. La música me inspiró y, a través de ella, lo Superior habló conmigo, como casi siempre. Lo que habló, también inspiró el tono de lo que estaba tocando y, cuando terminé, Aito estaba conmovido, abierto y sensible.
Fue después que paladeó todas aquellas vibraciones en el largo silencio concluyente que le dije:  “Un héroe es una persona que está totalmente ahí,  fundido con su misión, sirviéndola con total dedicación y sin protagonismo. Nada de él está afuera de esta concentración, no tiene expectativas, ni proyectos personales, ni nada externo al cumplimiento de la ascensión evolutiva de su consciencia. Su grandeza la pone en formar parte de algo que se adivina como mucho mayor que él, contribuyendo, con ello, a su manifestación y su existencia.”

Aquello tocó donde el espíritu de Aito quería ser tocado. Volvió a Brigantia y habló con su padre: Abandonaba definitivamente la corte, todas sus propiedades y  privilegios y sus derechos sucesorios para convertirse, si le aceptaban, en un Guerrero Libre. En ese caso, siempre estaría a disposición de su padre y de Brigantia si éste convocaba en su ayuda a los Brigmil y los Brigmil decidían ayudarle. Los Brigmil sometieron a Aito a las duras pruebas que imponían para seleccionar a sus candidatos y superó todas con brillantez.

 Breogán quedó triste y furioso, y no quiso ni saber de los Milesios durante un año, pero después hubo una invasión pirata de sus costas y tuvo que convocar a todos sus aliados.

A nosotros sólo nos interesa la evolución de la consciencia y un guerrero sabe muy bien que quiere morir gloriosamente con la espada en la mano, y no agotado por la vejez en una cama, por eso no dudamos en lanzarnos a las mayores aventuras. Algunas veces los cuerpos de nuestros compañeros quedan tendidos en el campo de batalla, o los rematamos, si se vé claro que no van a poder recuperar su actividad, Todos los Brigmil concuerdan en eso, ya que están convencidos de que sus espíritus son inmortales, y que una actuación honrosa en el combate supone una expansión de sus consciencias.

Los Brigmil me pidieron para ir a luchar al litoral, y yo les autoricé. Tuvieron una actuación destacada en dos batallas y en una de ellas murió su comandante y Aito asumió naturalmente su puesto por sus dotes de estratega y por su impulso corajoso, que todos admiraban y seguían. Terminada la batalla, sus compañeros lo subieron a sus escudos y lo proclamaron nuevo comandante, a pesar de su juventud. Fue durante la celebración de la victoria en Brigantia que le dieron a beber la Bebida del Poder y que tuvo su visión al subir en trance a la Torre.

A partir de entonces, también yo comencé a recibir sueños e intuiciones que tenían que ver con la Isla del Destino, que Aito había entrevisto. Los dos juntos fuimos a ver a Breogán, y éste, que aún nos estaba muy agradecido,  concordó en mandar preparar tres navíos brigantes para una expedición exploratoria. Breogán dijo que si conseguíamos establecer nuevos puertos francos para intercambiar productos con los nativos de las Casitérides, ya se justificaría el gasto."

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