quinta-feira, 8 de setembro de 2011

45 (3)- EN EL MUNDO INTRATERRENO

EN EL MUNDO INTRATERRENO

Anónimo Anónimo

Llegaron así con caballos los hombres de ambos bandos a por sus familias, se vació el campo de refugiados  y la montaña de nuevo recuperó su majestuosa soledad.  
Lilinel ascendió entonces, junto con Orfeo y sus tres lobos favoritos, que se llamaban, en vasco, Instinto, Sentimiento y Pensamiento, a la elevada y fría  cumbre que hoy se conoce como Monte Perdido, y allí lo hizo entrar, a través de la Cueva de Mari, a una especie de portal interdimensional, que le dio acceso a un espectral ambiente que ella decía ser Mundo Intraterreno de Lur. 

"-La inmensa mayoría de los cuerpos físicos de los representantes de la Cuarta Raza Monádica, la Atlante, se hundieron bajo el Océano con el cambio de Era, y sus demás cuerpos inferiores, el etérico, el emocional y el mental concreto, se fueron disolviendo lentamente en las dimensiones correspondientes- explicó la sacerdotisa- pero los átomos permanentes de los Atlantes reencarnaron en nuestra humanidad de la Quinta Raza Ariana, es decir, en todos los hombres y mujeres que nos encontramos encarnados actualmente.
 Toda esa exagerada pasión amorosa tuya, hermano Orfeo, la produce el atlante que aún vive en tu cuerpo emocional, a pesar de que en tu cuerpo mental brille lo mejor de la Cuarta Subraza Aria, la que representa el desarrollo de la sensibilidad artística. Es ese talentoso desarrollo lo que hace que no parezca tan patético tu titánico apego a un ser mortal que no sólo murió hace más de una docena de años, sino que es muy probable que, a estas alturas, ya haya reencarnado y crecido dentro de otro cuerpo sobre la tierra.
Orfeo  no se esperaba aquello. Ni siquiera lo había pensado nunca. Se quedó mirándola sin saber que decir.
-Sin la brillantez de tus cantos y músicas, sin el encanto de tu educación principesca, sin tu inteligencia y conocimientos de iniciado y, sobre todo,  sin la compasiva solidaridad activa que acabas de demostrar ante las necesidades de aquellas pobres refugiadas- siguió ella, y al bardo le parecía desdoblada, como si el esplendor de la Diosa Mari estuviese trasparentándose bajo la pureza de sus ojos verdes y su sonrisa amorosa - … sin todas esas luces que salen de lo mejor de ti, mi querido amigo, tu empecinamiento en ir hasta el Fin del Mundo y del Hades, tu loca terquedad de no querer aceptar, como todos aceptamos,  algo tan normal y común como la muerte de un ser querido, sería tomado, por la mayoría de la gente, como simple alienación y acabarían encerrándote para que no te causes daño a ti mismo. No sé como no lo hicieron ya tus padres.

Orfeo estaba muy callado y atento, las palabras de Lilinel le tocaban en lo más hondo. Dolían. Pero su inmenso respeto por la sacerdotisa le obligaba a escucharlas sin responder.
-…Pero no todos los atlantes tenían instintos desenfrenados y emociones explosivas y exageradas –siguió ella-, durante los miles de años de brillante historia de su continente también se desarrolló allí una extraordinaria élite de iniciados bien conectados con la Fuente Cósmica del Amor-Sabiduría, y de ella salieron verdaderos Maestros que fueron capaces de fundirse con sus almas y hasta con sus Mónadas, y transcender, ascender, pasar a habitar, en cuerpos sutiles, una  civilización de cuarta dimensión, cuando la suya, tridimensional, dejó de existir tal como era, y se transformó completamente en otra cosa.
-No sé donde pueda haber un mundo de cuatro dimensiones- arguyó Orfeo vacilante-, el mundo en que vivimos sigue pareciéndome tridimensional, por lo menos el de fuera de esta cueva, porque aquí me siento como si estuviese en un sueño, o embriagado.

- Cualquier macro o micromundo, planeta, galaxia, universo o átomo- respondió Lilinel- existe simultáneamente en cada una de las múltiples dimensiones en que se manifiesta el Único Ser que Es. Esta Cueva de Mari es un portal al Mundo Intraterreno de Lur, el cual  se encuentra vibrando en una onda de consciencia de cuarta dimensión, por eso estás comenzando a sentir percepciones inusuales. Igualmente, una civilización suprafísica e intraoceánica, continúa existiendo en el mismo espacio que ocupaba el continente Atlante, justo  enfrente de las costas occidentales de Iberia.solo que no coincidiendo con lo que era su cuerpo físico, contiinental, que ya se sumergió, sino sobre lo que sigue siendo su cuerpo mental.

La Nueva Atlántida de Cuarta Dimensión se llama ahora Gal, porque los nombres de los espacios sagrados y de sus servidores se van cambiando en cada nueva etapa evolutiva para expresar con los poderes del Verbo sus nuevas carácterísticas y funciones, que es la manera de empezar a precipitarlas y manifestarlas. 
               
        Gal es una clave verbal o mántrica que sirve para activar el vórtice arquetípico que atrajo y seguirá atrayendo magnéticamente, en dirección a los litorales e islas oceánicas, a los más intuitivos y valientes pioneros de los pueblos arianos, primero a los de tipo lunar, como tú, aquellos que son capaces de soñar el sueñ y perseguirlo,  aunque en el próximo futuro irán llegando cada vez más los de tipo solar, los capaces de realizar materialmente el sueño, que, por esa capacidad, impondrán su hegemonía a todos…. pero esas gentes prácticas acabarán siendo mentalmente conquistadas y mejoradas por la mayor cultura humanista de los lunares que les precedieron, como siempre ha ocurrido, ya que la vida es flujo y reflujo.

Será espléndida la civilización que saldrá de la mezcla de la Cuarta y la Quinta Subrazas Arias, e influirá y transformará todas las partes del actual del mundo tridimensional, incluso aquellas que aún ni sospechamos que existen.

Mas todavía dentro de aquella élite se manifestará una élite de conciencia mayor, la de los Curadores de Almas y  la de los Espejos Cósmicos, y  esa élite ya se encuentra, vibrando en una onda consciencial de cuatro dimensiones, aquí, en el interior sutil de este impresionante nudo de montañas, las más altas de la Cordillera y las que ocupan su centro. Se encuentra exactamente en un ámbito llamado el Palacio de Túbal-Atland, a donde sólo pueden penetrar aquellos que tuvieron grandes expansiones de consciencia recientemente, aquellos que aman a La Diosa de la Vida como Ella les ama. Aquellos como tú, Orfeo."

Con estas palabras, Lilinel avanzó cueva adentro. Hacia su final había una pared de roca de cuya base salía una naciente de agua que formaba una laguna verde esmeralda, la pared se espejeaba en ella, La sacerdotisa se sumergió poco a poco. Con medio cuerpo bajo la superficie, hizo un gesto al bardo para que la siguiera y luego se hundió del todo.

Orfeo, con cierta aprensión, la imitó. Dentro del agua transparente pudo ver como ella atravesaba limpiamente la pared de roca como quien atraviesa un espejo. Siguió entonces su impulso, comprobando con asombro que podía pasar entre las moléculas de la roca como si fuesen moléculas de aire. Saliendo ambos del agua desde el otro lado la cueva parecía duplicarse, pero una luz mucho más intensa y dorada se proyectaba desde lo alto. Lilinel encontrábase ante él, vestida con la sencilla túnica rosada y con su velo verde sobre la cabeza, pero se veía increíblemente más joven y bella, e irradiando de sí una maravillosa luz áurea. Ella le hizo indicación de que se tocara en un brazo, y Orfeo comprobó, primero, que el mismo tipo de luz estaba irradiando de sí y,  segundo, que su mano penetraba entre las moléculas de su brazo, igual que había penetrado las de la roca.

Completamente atónito, se tocó el torso, la cara y las piernas y tuvo así la clara evidencia que la solidez maciza de su cuerpo físico había desaparecido, y que su consciencia se encontraba ahora dando vida a un vehículo mucho más sutil, tal vez de pura energía a juzgar por la luminosidad que irradiaba, aunque seguía conservando la forma que sus ojos conocían.
-Mírame a los ojos, Orfeo, mira bien dentro de mí –Dijo Lilinel.
Así lo hizo él y, de repente, una inmensa paz, una alegría, un sentimiento amoroso extraordinario le invadió por completo, y supo que se estaba sumergiendo en el interior de la consciencia de Lilinel con la suya.
De repente se encontró mirando hacia su propio cuerpo radiante, inmóvil como una estatua, desde los ojos de la sacerdotisa y, a pesar de que se veía más apuesto que en los momentos de mayor vigor de su juventud, como cuando recién llegado de la Cólquide con aquella aura de héroe, tuvo una cierta compasión de sí mismo, al sentir la inmensa carencia que había dejado en sí la muerte de Eurídice… de la misma manera percibió claramente la dulce locura en la que aquella carencia se estaba convirtiendo, la cual había ido aceptando por completo, con el pasar del tiempo, adaptando su personalidad a las condiciones de su quimérica búsqueda peregrina.
 .

Pero entonces Lilinel, que aún dirigía aquel cuerpo al que su consciencia estaba asomada, cerró sus ojos y los abrió de nuevo enseguida, y la consciencia de Orfeo pudo ver, desde dentro de ellos y frente a  ellos, como aquella estatua inmóvil que era su cuerpo sutil  se desdoblaba em otra, com formas bien diferentes, pero aún reconocibles, y después en otra y en otra hasta tres, etérico, emocional e mental concreto… y surgieron otras dimensiones o concepciones de sí mismo, otras tríadas superpuestas a su lado, docenas de tríadas, unas de aspecto masculino y otras femenino y otras de fusión, al tiempo que iban cambiando los escenarios de fondo,  y en cientos de tríadas… y en cada una sabía él que seguían tratándose de involucros de su propio espíritu, percibiendo con la mayor claridad y serenidad que estaba contemplando  todas las personalidades que había asumido en sus vidas anteriores.
Finalmente, el ambiente oscuro de la amplia caverna en torno se había convertido en el cielo nocturno y, sobre él, había miles de orfeos transparentes y enlazados, de distintas formas y sexos, desde el primer plano que podía captar hasta los más lejanos, en el que los cuerpos se iban haciendo constelaciones y estrellas.
Dentro de sí escuchó la voz de Lilinel pronunciando con firmeza una invocación: “Majú –decía- “Majú Sugaar Majú”, luego ella comenzó a cantar aquel mantra en todos los tonos de la escala.
Y entonces, todas aquellas figuras parecieron convertirse en ondulantes llamaradas, y  las llamas tomaron la forma de un tornado ardiente sobre el fondo estrellado, y éste se convirtió en la Vía Láctea, y finalmente aquella serpiente de estrellas que cubría la bóveda celeste de Este a Oeste se volvió un gigantesco dragón alado que soltaba fuego por la boca.
Y cuando más asustador parecía, vino a enroscarse dulcemente alrededor del cuerpo sutil de Lilinel, desde dentro del cual se encontraba Orfeo percibiendo todo aquello, y sintió como él mismo era acariciado, cuando la mano suave de aquella sorprendente maga acarició la cabeza terrible del monstruo, que entonces dejó de arrojar llamas por la boca, exhalando en su lugar un vapor que dejó en el ambiente un refinado perfume.
“Majú Sugaar Majú”, seguía cantando ella, cada vez más bajito y suave,  mientras lo acariñaba como si de un gatito se tratase, y  Orfeo sintió un estremecimiento de placer, mientras el dragón se transformaba en una enorme nube tormentosa ante su vista, y la nube en lluvia torrencial.
Cuando el agua e el vapor se fueron despejando, Orfeo volvió a ver en suspendidas en él incontables imágenes de sí mismo, pero se iban transformando, como burbujas de jabón, y acabaron quedando convertidas en los cuerpos astrales de personas que intuía o conocía como sus antepasados y sus instructores, incluídos sus iniciadores en las diversas Escuelas de Misterios por las que había pasado, por quienes sintió un inmenso sentimiento de veneración y agradecimiento.
Dos figuras se destacaron de entre ellos y vinieron a su encuentro: Se acabaron de definir como Lino, su maestro de música, tan prematuramente muerto, y el Centauro Quirón. Orfeo cayó de rodillas.
Pero ellos lo alzaron y lo rodearon con un abrazo, abrazo que, extrañamente, no se sentía en la piel, sino en el alma. Transcurrió un tiempo sin tiempo en aquella fusión silenciosa, y, sin palabras, el bardo pudo obtener una enorme comunicación  y muchas comprensiones profundas de ella, sobre todo la de que un hombre jamás está solo: el ser encarnado que vive la aventura del vivir sobre el mundo no es más que la cabeza visible de una comunidad de espíritus invisibles que le acompañan todo el tiempo desde distintas dimensiones entrelazadas.

Orfeo supo entonces que cada vez que tocaba y componía, Lino seguía tocando y componiendo sus maravillosas músicas a través de él; cada vez que llegaba a una nueva lección de la vida, era su maestro Quirón quien le conducía a ella o le asistía en su comprensión. Todos sus antepasados seguían intentando completar y extraer aprendizajes de  experiencias que habían dejado inconclusas en este plano, y era  por medio de él que las completaban y las aprendían. Y también llegaba a Orfeo, bien en sueños o despierto, el resultado de muchas experiencias esclarecedoras que su linaje de sangre o su linaje espiritual seguían viviendo en otros planos. Como el Dragón Celeste, una Mónada humana estaba compuesta por un enorme universo de constelaciones  donde todas las estrellas se iluminaban mutuamente.

-“Hay tres cuestiones fundamentales a las que  necesitas dar respuesta, Orfeo, para poder coronar con éxito tu presente encarnación –le dijo Quirón desde dentro de su propia consciencia expandida:

La primera cuestión, la cuestión de las cuestiones, es escoger sin la menor duda bajo que dirección unificada debes poner el resto de esta vida mortal y de la vida eterna de tu espíritu. Y la elección es bien simple: o la sigues poniendo al servicio de los deseos y compulsiones de tu personalidad, que ya ves que es bien carente, ignorante, ilusória e insustancial, o te rindes completamente  a la Consciencia Esencial Infinita que te creó y que te anima, poniéndote a Su total disposición y servicio.

Si escogieses esto último, la segunda cuestión consiste en  pedir ayuda en tu interior para reconocer a la Jerarquía de Espíritus Servidores de la Voluntad de la Consciencia Infinita que transmiten como espejos multidimensionales esa Voluntad en forma de Plan Evolutivo, para tú, desde tu lugar de servicio, transmitir Sus directrices e intentar  cumplirlas sobre tus planos posibles de proyección.

La tercera cuestión consiste en  pedir ayuda en tu interior sobre como organizar tus recursos disponibles, a fin de compaginar las demandas de tu Consciencia y las percibidas de la Jerarquía de tus guías, con todos tus talentos ya adquiridos y todos los que te restan por adquirir, a fin de que puedas cumplir tu función junto al grupo de humanos encarnados que reconocerás como tus mónadas compañeras”.

Luego, la imagen de Quirón se disolvió, y en su lugar tomó forma la de Lino, quien le dijo:

-“Orfeo, si decidieses entregarte totalmente al servicio de la Consciencia Infinita, tendrías que entregarle  también todas tus aptitudes, y eso se refiere muy especialmente a la creatividad y virtuosismo artístico a los cuales te has devotado hasta ahora.

A partir de ahora estás informado que de nada sirve continuar desarrollando las artes si en ellas no se está manifestando claramente el Supremo Creador, que siempre las hace sutiles y geniales instrumentos de instrucción, elevación y servicio.

Habiendo sido hecha esta entrega, si verdaderamente te llegase la inspiración interna de que algo debe ser expresado por medios artísticos,
lo sabrás porque esa inspiración se revelará como algo original, no premeditado y en armonía con el ritmo superior de la evolución.”
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 Como despertando de un sueño, Orfeo se encontró de repente al aire libre, sentado a la entrada de la Cueva de Mari,  y Lilinel le estaba indicando un sendero por donde podría acceder a su siguiente etapa del Camino de las Estrellas.

 La sacerdotisa y sus tres lobos se detuvieron en la distancia, para despedirlo con la mirada, cuando comenzó a descender el alto Valle de Ordesa hacia el Sur por trillas de pastores,  buscando el paso que va desde el actual Somport hasta Iaca o Jaca.


 

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