EN EL MUNDO INTRATERRENO
Anónimo Anónimo
La sacerdotisa y sus tres lobos se
detuvieron en la distancia, para despedirlo con la mirada, cuando comenzó a
descender el alto Valle de Ordesa hacia el Sur por trillas de pastores, buscando el paso que va desde el actual
Somport hasta Iaca o Jaca.
Anónimo Anónimo
Llegaron así con caballos los hombres de ambos bandos a
por sus familias, se vació el campo de refugiados y la montaña de nuevo recuperó su majestuosa
soledad.
Lilinel ascendió entonces, junto con Orfeo y sus tres lobos favoritos, que se llamaban, en vasco, Instinto, Sentimiento y Pensamiento, a la elevada y fría cumbre que hoy se conoce como Monte Perdido, y allí lo hizo entrar, a través de la Cueva de Mari, a una especie de portal interdimensional, que le dio acceso a un espectral ambiente que ella decía ser Mundo Intraterreno de Lur.
Lilinel ascendió entonces, junto con Orfeo y sus tres lobos favoritos, que se llamaban, en vasco, Instinto, Sentimiento y Pensamiento, a la elevada y fría cumbre que hoy se conoce como Monte Perdido, y allí lo hizo entrar, a través de la Cueva de Mari, a una especie de portal interdimensional, que le dio acceso a un espectral ambiente que ella decía ser Mundo Intraterreno de Lur.
"-La inmensa mayoría de los cuerpos físicos de los
representantes de la Cuarta Raza Monádica, la Atlante, se hundieron bajo el
Océano con el cambio de Era, y sus demás cuerpos inferiores, el etérico, el
emocional y el mental concreto, se fueron disolviendo lentamente en las
dimensiones correspondientes- explicó la sacerdotisa- pero los átomos
permanentes de los Atlantes reencarnaron en nuestra humanidad de la Quinta Raza
Ariana, es decir, en todos los hombres y mujeres que nos encontramos encarnados
actualmente.
Toda esa
exagerada pasión amorosa tuya, hermano Orfeo, la produce el atlante que aún
vive en tu cuerpo emocional, a pesar de que en tu cuerpo mental brille lo mejor
de la Cuarta Subraza Aria, la que representa el desarrollo de la sensibilidad
artística. Es ese talentoso desarrollo lo que hace que no parezca tan patético
tu titánico apego a un ser mortal que no sólo murió hace más de una docena de
años, sino que es muy probable que, a estas alturas, ya haya reencarnado y
crecido dentro de otro cuerpo sobre la tierra.
Orfeo no se esperaba aquello. Ni siquiera lo había
pensado nunca. Se quedó mirándola sin saber que decir.
-Sin la brillantez de tus cantos y músicas, sin el
encanto de tu educación principesca, sin tu inteligencia y conocimientos de
iniciado y, sobre todo, sin la compasiva solidaridad activa que acabas de
demostrar ante las necesidades de aquellas pobres refugiadas- siguió ella, y al
bardo le parecía desdoblada, como si el esplendor de la Diosa Mari estuviese
trasparentándose bajo la pureza de sus ojos verdes y su sonrisa amorosa - … sin
todas esas luces que salen de lo mejor de ti, mi querido amigo, tu
empecinamiento en ir hasta el Fin del Mundo y del Hades, tu loca terquedad de
no querer aceptar, como todos aceptamos, algo tan normal y común como la
muerte de un ser querido, sería tomado, por la mayoría de la gente, como simple
alienación y acabarían encerrándote para que no te causes daño a ti mismo. No
sé como no lo hicieron ya tus padres.
Orfeo estaba muy callado y atento, las palabras de
Lilinel le tocaban en lo más hondo. Dolían. Pero su inmenso respeto por la
sacerdotisa le obligaba a escucharlas sin responder.
-…Pero no todos los atlantes tenían instintos
desenfrenados y emociones explosivas y exageradas –siguió ella-, durante los
miles de años de brillante historia de su continente también se desarrolló allí
una extraordinaria élite de iniciados bien conectados con la Fuente Cósmica del
Amor-Sabiduría, y de ella salieron verdaderos Maestros que fueron capaces de
fundirse con sus almas y hasta con sus Mónadas, y transcender, ascender, pasar
a habitar, en cuerpos sutiles, una civilización de cuarta dimensión,
cuando la suya, tridimensional, dejó de existir tal como era, y se transformó
completamente en otra cosa.
-No sé donde pueda haber un mundo de cuatro dimensiones-
arguyó Orfeo vacilante-, el mundo en que vivimos sigue pareciéndome
tridimensional, por lo menos el de fuera de esta cueva, porque aquí me siento
como si estuviese en un sueño, o embriagado.
- Cualquier macro o micromundo, planeta, galaxia,
universo o átomo- respondió Lilinel- existe simultáneamente en cada una de las
múltiples dimensiones en que se manifiesta el Único Ser que Es. Esta Cueva de
Mari es un portal al Mundo Intraterreno de Lur, el cual se encuentra vibrando en una onda de
consciencia de cuarta dimensión, por eso estás comenzando a sentir percepciones
inusuales. Igualmente, una civilización suprafísica e intraoceánica, continúa
existiendo en el mismo espacio que ocupaba el continente Atlante, justo enfrente de las costas occidentales de
Iberia.solo que no coincidiendo con lo que era su cuerpo físico, contiinental,
que ya se sumergió, sino sobre lo que sigue siendo su cuerpo mental.
La Nueva Atlántida de Cuarta Dimensión se llama ahora
Gal, porque los nombres de los espacios sagrados y de sus servidores se van
cambiando en cada nueva etapa evolutiva para expresar con los poderes del Verbo
sus nuevas carácterísticas y funciones, que es la manera de empezar a
precipitarlas y manifestarlas.
Gal es una clave verbal o mántrica que sirve para activar el vórtice
arquetípico que atrajo y seguirá atrayendo magnéticamente, en dirección a los
litorales e islas oceánicas, a los más intuitivos y valientes pioneros de los
pueblos arianos, primero a los de tipo lunar, como tú, aquellos que son capaces
de soñar el sueñ y perseguirlo, aunque en el próximo futuro irán llegando
cada vez más los de tipo solar, los capaces de realizar materialmente el sueño,
que, por esa capacidad, impondrán su hegemonía a todos…. pero esas gentes
prácticas acabarán siendo mentalmente conquistadas y mejoradas por la mayor
cultura humanista de los lunares que les precedieron, como siempre ha ocurrido,
ya que la vida es flujo y reflujo.
Será espléndida la civilización que saldrá de la mezcla
de la Cuarta y la Quinta Subrazas Arias, e influirá y transformará todas las
partes del actual del mundo tridimensional, incluso aquellas que aún ni
sospechamos que existen.
Mas todavía dentro de aquella élite se manifestará una
élite de conciencia mayor, la de los Curadores de Almas y la de los
Espejos Cósmicos, y esa élite ya se encuentra, vibrando en una onda
consciencial de cuatro dimensiones, aquí, en el interior sutil de este
impresionante nudo de montañas, las más altas de la Cordillera y las que ocupan
su centro. Se encuentra exactamente en un ámbito llamado el Palacio de
Túbal-Atland, a donde sólo pueden penetrar aquellos que tuvieron grandes
expansiones de consciencia recientemente, aquellos que aman a La Diosa de la
Vida como Ella les ama. Aquellos como tú, Orfeo."
Con estas palabras, Lilinel avanzó cueva adentro. Hacia
su final había una pared de roca de cuya base salía una naciente de agua que formaba una laguna verde esmeralda, la pared se espejeaba en ella, La sacerdotisa se sumergió poco a poco. Con medio cuerpo bajo la superficie, hizo un gesto al bardo para que la siguiera y luego se hundió del todo.
Orfeo, con cierta aprensión, la imitó. Dentro del agua transparente pudo ver como ella atravesaba limpiamente la pared de roca como quien atraviesa un espejo. Siguió entonces su impulso, comprobando con asombro que podía
pasar entre las moléculas de la roca como si fuesen moléculas de aire. Saliendo ambos del agua desde el otro
lado la cueva parecía duplicarse, pero una luz mucho más intensa y dorada se proyectaba desde lo alto. Lilinel encontrábase ante
él, vestida con la sencilla túnica rosada y con su velo verde sobre la cabeza,
pero se veía increíblemente más joven y bella, e irradiando de sí una
maravillosa luz áurea. Ella le hizo indicación de que se tocara en un brazo, y
Orfeo comprobó, primero, que el mismo tipo de luz estaba irradiando de sí
y, segundo, que su mano penetraba entre las moléculas de su brazo, igual
que había penetrado las de la roca.
Completamente atónito, se tocó el torso, la cara y las
piernas y tuvo así la clara evidencia que la solidez maciza de su cuerpo físico
había desaparecido, y que su consciencia se encontraba ahora dando vida a un
vehículo mucho más sutil, tal vez de pura energía a juzgar por la luminosidad
que irradiaba, aunque seguía conservando la forma que sus ojos conocían.
-Mírame a los ojos, Orfeo, mira bien dentro de mí –Dijo
Lilinel.
Así lo hizo él y, de repente, una inmensa paz, una
alegría, un sentimiento amoroso extraordinario le invadió por completo, y supo
que se estaba sumergiendo en el interior de la consciencia de Lilinel con la
suya.
De repente se encontró mirando hacia su propio cuerpo
radiante, inmóvil como una estatua, desde los ojos de la sacerdotisa y, a pesar
de que se veía más apuesto que en los momentos de mayor vigor de su juventud,
como cuando recién llegado de la Cólquide con aquella aura de héroe, tuvo una
cierta compasión de sí mismo, al sentir la inmensa carencia que había dejado en
sí la muerte de Eurídice… de la misma manera percibió claramente la dulce
locura en la que aquella carencia se estaba convirtiendo, la cual había ido
aceptando por completo, con el pasar del tiempo, adaptando su personalidad a
las condiciones de su quimérica búsqueda peregrina.
.
Pero entonces Lilinel, que
aún dirigía aquel cuerpo al que su consciencia estaba asomada, cerró sus ojos y
los abrió de nuevo enseguida, y la consciencia de Orfeo pudo ver, desde dentro
de ellos y frente a ellos, como aquella estatua inmóvil que era su cuerpo
sutil se desdoblaba em otra, com formas bien diferentes, pero aún
reconocibles, y después en otra y en otra hasta tres, etérico, emocional e
mental concreto… y surgieron otras dimensiones o concepciones de sí mismo,
otras tríadas superpuestas a su lado, docenas de tríadas, unas de aspecto
masculino y otras femenino y otras de fusión, al tiempo que iban cambiando los
escenarios de fondo, y en cientos de tríadas… y en cada una sabía él que
seguían tratándose de involucros de su propio espíritu, percibiendo con la
mayor claridad y serenidad que estaba contemplando todas las
personalidades que había asumido en sus vidas anteriores.
Finalmente, el ambiente
oscuro de la amplia caverna en torno se había convertido en el cielo nocturno
y, sobre él, había miles de orfeos transparentes y enlazados, de distintas
formas y sexos, desde el primer plano que podía captar hasta los más lejanos,
en el que los cuerpos se iban haciendo constelaciones y estrellas.
Dentro de sí escuchó la voz
de Lilinel pronunciando con firmeza una invocación: “Majú –decía- “Majú Sugaar
Majú”, luego ella comenzó a cantar aquel mantra en todos los tonos de la
escala.
Y entonces, todas aquellas
figuras parecieron convertirse en ondulantes llamaradas, y las llamas
tomaron la forma de un tornado ardiente sobre el fondo estrellado, y éste se
convirtió en la Vía Láctea, y finalmente aquella serpiente de estrellas que
cubría la bóveda celeste de Este a Oeste se volvió un gigantesco dragón alado
que soltaba fuego por la boca.
Y cuando más asustador
parecía, vino a enroscarse dulcemente alrededor del cuerpo sutil de Lilinel,
desde dentro del cual se encontraba Orfeo percibiendo todo aquello, y sintió
como él mismo era acariciado, cuando la mano suave de aquella sorprendente maga
acarició la cabeza terrible del monstruo, que entonces dejó de arrojar llamas
por la boca, exhalando en su lugar un vapor que dejó en el ambiente un refinado
perfume.
“Majú Sugaar Majú”, seguía
cantando ella, cada vez más bajito y suave, mientras lo acariñaba como si
de un gatito se tratase, y Orfeo sintió un estremecimiento de placer,
mientras el dragón se transformaba en una enorme nube tormentosa ante su vista,
y la nube en lluvia torrencial.
Cuando el agua e el vapor
se fueron despejando, Orfeo volvió a ver en suspendidas en él incontables
imágenes de sí mismo, pero se iban transformando, como burbujas de jabón, y
acabaron quedando convertidas en los cuerpos astrales de personas que intuía o
conocía como sus antepasados y sus instructores, incluídos sus iniciadores en
las diversas Escuelas de Misterios por las que había pasado, por quienes sintió
un inmenso sentimiento de veneración y agradecimiento.
Dos figuras se destacaron
de entre ellos y vinieron a su encuentro: Se acabaron de definir como Lino, su
maestro de música, tan prematuramente muerto, y el Centauro Quirón. Orfeo cayó
de rodillas.
Pero ellos lo alzaron y lo
rodearon con un abrazo, abrazo que, extrañamente, no se sentía en la piel, sino
en el alma. Transcurrió un tiempo sin tiempo en aquella fusión silenciosa, y,
sin palabras, el bardo pudo obtener una enorme comunicación y muchas
comprensiones profundas de ella, sobre todo la de que un hombre jamás está
solo: el ser encarnado que vive la aventura del vivir sobre el mundo no es más
que la cabeza visible de una comunidad de espíritus invisibles que le acompañan
todo el tiempo desde distintas dimensiones entrelazadas.
Orfeo supo entonces que
cada vez que tocaba y componía, Lino seguía tocando y componiendo sus
maravillosas músicas a través de él; cada vez que llegaba a una nueva lección
de la vida, era su maestro Quirón quien le conducía a ella o le asistía en su
comprensión. Todos sus antepasados seguían intentando completar y extraer aprendizajes
de experiencias que habían dejado inconclusas en este plano, y era
por medio de él que las completaban y las aprendían. Y también llegaba a Orfeo,
bien en sueños o despierto, el resultado de muchas experiencias esclarecedoras
que su linaje de sangre o su linaje espiritual seguían viviendo en otros
planos. Como el Dragón Celeste, una Mónada humana estaba compuesta por un
enorme universo de constelaciones donde todas las estrellas se iluminaban
mutuamente.
-“Hay tres cuestiones
fundamentales a las que necesitas dar respuesta, Orfeo, para poder
coronar con éxito tu presente encarnación –le dijo Quirón desde dentro de su
propia consciencia expandida:
La primera cuestión, la
cuestión de las cuestiones, es escoger sin la menor duda bajo que dirección
unificada debes poner el resto de esta vida mortal y de la vida eterna de tu
espíritu. Y la elección es bien simple: o la sigues poniendo al servicio de los
deseos y compulsiones de tu personalidad, que ya ves que es bien carente,
ignorante, ilusória e insustancial, o te rindes completamente a la
Consciencia Esencial Infinita que te creó y que te anima, poniéndote a Su total
disposición y servicio.
Si escogieses esto último,
la segunda cuestión consiste en pedir ayuda en tu interior para reconocer
a la Jerarquía de Espíritus Servidores de la Voluntad de la Consciencia
Infinita que transmiten como espejos multidimensionales esa Voluntad en forma
de Plan Evolutivo, para tú, desde tu lugar de servicio, transmitir Sus
directrices e intentar cumplirlas sobre tus planos posibles de
proyección.
La tercera cuestión
consiste en pedir ayuda en tu interior sobre como organizar tus recursos
disponibles, a fin de compaginar las demandas de tu Consciencia y las
percibidas de la Jerarquía de tus guías, con todos tus talentos ya adquiridos y
todos los que te restan por adquirir, a fin de que puedas cumplir tu función
junto al grupo de humanos encarnados que reconocerás como tus mónadas
compañeras”.
Luego, la imagen de Quirón se disolvió, y en su lugar tomó forma la de Lino, quien le dijo:
Luego, la imagen de Quirón se disolvió, y en su lugar tomó forma la de Lino, quien le dijo:
-“Orfeo, si decidieses
entregarte totalmente al servicio de la Consciencia Infinita, tendrías que
entregarle también todas tus aptitudes, y eso se refiere muy
especialmente a la creatividad y virtuosismo artístico a los cuales te has
devotado hasta ahora.
A partir de ahora estás
informado que de nada sirve continuar desarrollando las artes si en ellas no se
está manifestando claramente el Supremo Creador, que siempre las hace sutiles y
geniales instrumentos de instrucción, elevación y servicio.
Habiendo sido hecha esta
entrega, si verdaderamente te llegase la inspiración interna de que algo debe
ser expresado por medios artísticos,
lo sabrás porque esa
inspiración se revelará como algo original, no premeditado y en armonía con el
ritmo superior de la evolución.”
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Como despertando de un sueño, Orfeo se
encontró de repente al aire libre, sentado a la entrada de la Cueva de
Mari, y Lilinel le estaba indicando un
sendero por donde podría acceder a su siguiente etapa del Camino de las
Estrellas.
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