quarta-feira, 7 de setembro de 2011

18- CRETA


 CRETA

Orfeo consiguió ser admitido en un barco que se dirigía a Creta, cuando contó a su capitán la historia de los argonautas y los trabajos que él había desempeñado en la expedición con la magia de su música. Después de tanto tiempo sin hacerlo, se sintió en su elemento cuando subió al puente, se sentó y comenzó a tocar la lira, dando los tiempos con su voz para que los remeros se acompasaran y se afinaran en su bogar.

Los dioses parecieron saludar la empresa que emprendía cuando, a poco de salir de las áreas más navegadas por las pequeñas embarcaciones, una bandada de delfines se puso a juguetear desde la proa a la popa de la nave y viciversa, siguiéndoles un largo trecho, como si estuviesen encantados por la música que el bardo les dedicaba.


Hércules recibió con campechana cordialidad a su antiguo camarada de expedición en una tienda de guerrero que había levantado entre las devastadas ruinas del famoso palacio real del Laberinto, el lugar donde decía la leyenda que, unos tres siglos atrás, el héroe Teseo de Atenas había matado al Minotauro con la complicidad de la hija del rey Minos de Creta, Ariadna, quien, igual que Medea en la Cólquide, había traicionado a su linaje y a su patria, loca de amor por un extranjero enemigo.
Y efectivamente, después de escuchar con interés las desdichas y las angustiosas búsquedas de Orfeo ante unas tazas de buen vino cretense, le relató partes sueltas de su reciente asalto a Troya y de sus aventuras en el Remoto Occidente, en busca de los bueyes de Gerión y de las manzanas de las Hespérides, así como, con más detalle, la de su descenso al Mundo Oscuro con la ayuda de Hermes y Atenea, lugar a donde el tirano Euristeo de Tirinto le había enviado, para que fracasara y no volviera, con la orden, aparentemente incumplible, de liberar de sus padecimientos infernales al fallecido vencedor del Minotauro, que igual que se atrevió a penetrar en el Laberinto y regresar, también tuvo valor para descender al Inframundo a pedir la mano de Perséfone para su amigo Piritoo, aunque ambos quedaron atrapados por el Rey de los Infiernos en la Silla del Olvido, a causa de su presuntuosa insolencia.
El tracio se sorprendió de que el coloso no contase todas aquellas hazañas con la fanfarronería que antiguamente conociera, sino con discreción y hasta una cierta humildad. Hacíase claro que  le habían hecho madurar bastante todas aquellas dificultosas pruebas y sufrimiento durante los trece o catorce años que habían demorado en reencontrarse… pero, centrado en lo que más le interesaba, se adelantó a preguntarle como llegar hasta el Hades.
-Realmente, se puede bajar al Hades por cualquier grieta bien profunda que haya bajo la tierra -respondió Hércules-. Hay una en tu Tracia natal que se llama la Cueva del Infierno, en el macizo del Rhodope, por donde se despeña el río Trigrad hacia el subsuelo. Y está la grieta de Lycos, en el país de los Mariandinos, al Sur del Mar Negro, o el Aorno, del país de los Tesprotes... o Lerna... y esa otra ahí enfrente de Creta, en el laconio Tenaro, donde me contaste que habías hecho sacrificios cuando el “Argo” regresaba a Yolkos... y hay otras, muy famosas, que penetran los bajos del Etna de Sicilia, o el lago Averno de Kyme, aunque están demasiado llenas de gases sulfurosos como  para aguantarlas mucho tiempo...
             -Aunque nosotros, seres de la superficie de la Tierra, pensamos que somos los únicos habitantes del planeta, la parte más importante de él  es el Mundo Subterráneo, donde hay  civilizaciones espléndidas de humanos como nosotros, pero que por estar más evolucionados , tienen cuerpos más sutiles  y viven en niveles suprafísicos, El interior de la Tierra está cribado de túneles que conducen a sus reinos, uno nde los cuales es el Erebo, donde Hades y Perséfone reinan sobre los muertos.,,
-...La entrada principal del Mundo del Erebo y de la corte de su Rey, Orfeo,  se encuentran en el Extremo Occidente , bajo una boscosa montaña que cae a pico sobre el Océano.

-¿En el Extremo Occidente de qué? –preguntó el tracio- De Grecia o de Italia?
-¡En el Extremo Occidente del mundo todo! -aclaró el guerrero con contundencia- ¡Allá donde se acaban las tierras y la luz, allá donde no pueden vivir los hombres; allá comienza el maldito abismo al que pretendes ir, mi loco amigo! ¡Mejor ni lo intentes, te lo advierto yo!
Pero Orfeo no dejó que aquel tono dramático derrumbara su determinación:
 -Lo intentaré mientras viva, si es que estar sin Eurídice es vivir -dijo con firmeza-. Ayúdame en lugar de echarme para atrás, viejo camarada, te lo ruego. Ya estoy harto de que me echen para atrás, como cuando íbamos a por el Vellocino de Oro. Si es verdad que tú conseguiste entrar en el Hades, yo quiero entrar también. 
-...Entonces, presta atención a lo que te digo –puntualizó Hércules, mostrándole ahora el mayor respeto-: si entrases por las grietas próximas a Grecia tendrías que recorrer distancias enormes hasta allí, atravesando las complicadas y oscuras galerías del Mundo Intraterreno, que a veces son cegadas por los volcanes o terremotos... Así que yo mejor te recomendaría, amigo mío, que vayas por la superficie hasta el borde del Océano, en el noroeste del País de los Muertos, Iberia, y únicamente desciendas al Inframundo cuando llegues allí.
-¿Iberia? ¿No es ese el nombre de las regiones interiores de la Cólquide?
-Esa es la Iberia Oriental, Orfeo, la caucasiana. La Iberia a la que me refiero es la Nueva Iberia Occidental. Los navegantes pelasgos de la Frigia la debieron bautizar con el nombre del hogar original de su raza, cuando descubrieron ese país lejanísimo y crearon puntos de intercambio en sus costas.
-¿la Nueva Iberia está en esta en esta dimensión material, Hércules,  o en alguna de las inmateriales?
           -Mitad y mitad, amigo mío, las verdes y nubosas regiones más distantes de Iberia son un verdadero portal  al Ultramundo.
-¿Y cómo hago para llegar a Iberia?
-Tendrás que costear todo el ancho Piélago, siempre en dirección a Occidente, más allá de Italia, hasta divisar la cadena de montañas que se encuentra al norte del río principal de los Íberos. Y después seguirla a pie durante unos dos meses por su lado sur, que es el más soleado y practicable, atento cada noche a la dirección que lleva la Vía Láctea, hasta el punto en donde veas que se acaba el mundo y que el Sol es tragado por el Río Océano, que llega hasta la Estigia. Tendrás, sin duda, que pedirle su ayuda a Hermes.-
-¿Por qué precisamente a Hermes? -preguntó Orfeo.
-Hermes es un inmortal hijo de Zeus, engendrado cuando el Rey de los Olímpicos, tras vencer a los Titanes, violó en su santuario de Oestrymnis, a Maia, a la que también llaman Selene, Celene o Cilene, la Suprema Sacerdotisa Lunar de Atlantis, hija del gigante Atlas, titán tolteca emperador de aquella nación. ¿Nunca oíste hablar de ella?.
-No sé nada del tal Oestrymnis… y sobre Atlantis, creía que era la tierra de los más antiguos dioses, de quienes hablaban Quirón y los mitos de Samotracia. ¿Dónde queda ese país, si existe?
- Existió, claro que existió, compañero,  ese mito correspondía a una realidad, aunque Atlantis ya no existe hoy, pues por tres veces, a lo largo de miles de años, se fragmentó aquella enorme tierra, rodeada por el Océano Occidental, madre de muchas de las razas que hoy pueblan el resto del mundo, y cada vez se hundieron grandes partes de ella en una noche, bajo las aguas, arrastrando a  millones de personas -explicó Hércules con gestos dramáticos-. Se había desarrollado allí  una civilización antigua, refinadísima , que no eran dioses, sino gente como nosotros, pero mucho más alta -porque descendían de los antiguos gigantes-, culta, poderosa e influyente, comandada por sabios emperadores-magos como Atlas, cuya estirpe venía de la Luna y de Venus. La última porción de aquel continente  en desaparecer fué una isla, Poseidonis, que estaba frente a Oestrymnis, que es el  litoral noroeste de la Nueva Iberia. Cuando Maia-Celene desembarcó allí, huyendo del desastre de su patria, y empezó a transmitir la sabiduría de la Era de los Titanes, los rústicos habitantes de una de sus tribus, la del Lobo, que luego se llamó de los Selenos o Celenos en honor a ella, la acogieron con los brazos abiertos y la hicieron su Reina Loba. Por tanto, su hijo Hermes, Luh, “El Lobo de los Caminos”, como le llaman los oestrymnios, es el dios que mejor conoce las rutas que llevan al Extremo Occidente, ya que aquellas tierras son las de su madre, que están muy cerca de la entrada principal del Hades. También puedes tener la certeza de que es uno de los dioses que más escucha y complace a los mortales. Sin su ayuda me hubiera sido imposible encontrar el camino para descender hasta allí, ni siquiera se me hubieran abierto las puertas... Y parece ser que hay una puerta para cada tipo de hombre.

-...Bajar con Hermes a los Infiernos para liberar al héroe Teseo, con la benevolencia de Perséfone –siguió contando Hércules sobre sí mismo-, fue el último trabajo que me vi obligado a hacer para aquel miserable tirano de Tirinto, que no te quiso recibir porque odia hasta que le hablen de mí, a pesar de que le serví con la mayor fidelidad y paciencia, ya que, para compensar mis  errores, tuve que esclavizarme a él durante doce años... Doce años! ¡Se dice pronto, hermano Orfeo! ...Doce años de servidumbre total, para que me perdonaran los dioses por una tragedia espantosa, provocada por mi locura, de la que ya no quiero ni acordarme – luego rió a carcajadas con aquel vozarrón de hijo del Trueno-. ¡Lo hubieras visto...! Euristeo salió corriendo y se escondió, meándose de miedo, en una tinaja de aceite cuando le llevé, ante su propio trono, un monstruo ciego y blanco encadenado que saqué del Lago de los Infiernos y que todos tomaron por el Cancerbero. 
-Sin embargo, amigo mío –siguió, frunciendo el ceño-, cumplir con mis doce trabajos, pasando por tantas terribles pruebas, penitencias y compensaciones, no me devolvió del todo la libertad, como yo esperaba, ya que hay algo en mi explosivo carácter y en mi manera de ser que hace que se me tuerzan las cosas, a pesar de mis logros... –su expresión se hizo sombría- …ni puedo contarte las barbaridades que  ya hice y las que sigo haciendo en cuanto me dejo llevar por la precipitación, que debe ser una vibración semejante a la de la rabia…. hay algo en mí, debe ser la sangre de los antiguos titanes, que todavía me empuja a  la acción desmedida, a hablar de más y demasiado fuerte, a los movimientos bruscos  y al exceso, a la falta de paciencia y delicadeza, en suma, lo cual acaba haciéndome cometer errores tremendos, trágicos, de los que después me siento tan culpable que quisiera purificarme ardiendo vivo en una hoguera . Y en cuanto a las relaciones con los demás, mi brillo, de primeras, atrae, pero igual que el del sol, al cabo de un tiempo comienza a molestar a chocar, a provocar, produciendo envidias, celos y enemistades.
Le pedí al padre Zeus en mis oraciones que me liberara, no sólo por fuera, sino también por dentro. Le pedí que me enseñara a tener un poco más de dominio sobre mi propio temperamento y mis potencias, para salir de una vez de esta larga serie de repeticiones de los mismos errores, condicionamientos, vicios... y se me apareció en el sueño”.
-¿Se te apareció? -Orfeo ni lo dudaba, todo el mundo decía que la extraordinaria fuerza de Hércules se debía a que era hijo del propio Zeus.
-Se me apareció en un sueño –reconfirmó con sencillez- lo percibí tan claro y tan tangible como te estoy percibiendo a ti, y con él estaba también Pontia, por eso me encuentro aquí ahora.

-No sé quien es esa Pontia, Hércules.
 -Ese era o nome que le daban a la Gran Diosa  Madre los cultos y poderosos cretenses, Orfeo, además de todos los antiguos habitantes de las tierras pelasgas a la orilla de este mar, antes de que decayese el imperio de Minos y de que los padres de los actuales griegos se atreviesen a conquistarlo.
-En mi sueño, la Diosa, que iba vestida de una manera majestuosamente exótica y muy lujosa, tal como una emperatriz –siguió contando-... sacó de mi pecho dos serpientes, una roja, grande, y otra azul, mucho más pequeña. Usando gestos como de danzarina, hizo un amasijo con ellas en sus manos y las convirtió en una sola, del color y la contextura del fuego. Después provocó también que apareciese a mis pies, modelándose  mágicamente sobre la arena, un gran laberinto curvo, que parecía el signo del infinito. Metió en él a mi serpiente y la dejó que recorriera sus muchas y complicadas espirales, hasta que llegó de nuevo al punto por donde había entrado.
Ahí pude ver –continuó el coloso- que, durante su deslizarse por los intrincados corredores le habían ido creciendo unas alas y que la serpiente era ahora un bello dragón, con todos los colores del iris en su piel, aunque casi transparente. Voló hacia mí y se fundió conmigo, con lo que me sentí mucho más lúcido y sereno.
La Diosa desapareció sonriendo, pero Zeus me señaló el laberinto y yo entendí que tenía que venir a aprender algo de él a Creta, donde ya había estado antes, en uno de mis trabajos... Y aquí estoy, Orfeo, parado y de retiro desde hace algún tiempo, estudiando esta increíble obra de los antiguos y meditando, lo cual es excepcional en mí, pues tú sabes que normalmente soy pura acción y movimiento.-

Hércules llevó después a Orfeo a recorrer las vastas ruinas de lo que había sido el palacio del rey Minos en Knossos, un laberinto aparente en sí mismo, de innumerables aposentos en varios pisos, patios, claustros y sótanos adosados de una manera aparentemente anárquica a partir de una plaza central.  Luego le hizo fijarse en la gran explanada frente al palacio, donde se hallaba, dibujado sobre el suelo en mosaico, el verdadero laberinto: una amplia pista con un diseño curvilíneo que servía para guiar a los danzantes que tomaban parte en las danzas sagradas rituales, eróticas o astronómicas, de los solsticios y equinoccios.
Tras responder a todas las preguntas que quiso hacerle Orfeo, el coloso hizo notar a su antiguo compañero de la selecta escuela de Quirón la armonía matemática y geométrica de la estructura en espirales circunscritas y conectadas del laberinto, que formaban el signo del infinito y que había estado observando muy detenidamente. Luego le contó que el Mensajero de Zeus se le presentara días atrás, acompañado de Atenea, en otro sueño:
-Presta atención, camarada Orfeo, porque las imágenes de este segundo sueño parecen complicadas, aunque no lo son: me dijo la diosa de ojos de lechuza que somos energía y que la historia pasada y las aspiraciones de futuro de la vida y del destino de cada ser humano pueden describirse como un sendero-laberinto que organizase el fluir de la energía-consciencia generada por nuestras experiencias a lo largo de ciclos de siete.
-Por qué siete , precisamente? –se extrañó el  bardo.
-Hermes y Atenea contaron que  el Dios Creador Incognoscible, que no es nada que se parezca a nosotros, sino un distribuidor universal de la energía de la Vida, había creado el mundo como Logos Padre, con siete rayos de Su Luz, cada rayo era un color del Iris, una vibración, un manojo de cualidades, desafíos y potencialidades, un curso de la Escuela Humana del Desarrollo Evolutivo. Cada manifestación del Ser Inmanifestado sobre este mundo, es su propia manifestación como  Logos Hijo, ya que emana de sí todas las criaturas en siete Niveles, desde los más sutiles y conscientes hasta los más densos e inconscientes. En el Quinto Nivel, que es el Humano, estas emanaciones del Ser que somos poseemos  la Luz de consciencia de Su Espíritu, al tiempo que todos los cuerpos elementales pertenecientes al  mundo de la eterna materia gestadora de formas de Su Aspecto Madre Universal, forma femenina de su Espíritu Santo Creador, el Tercer Logos.
Mientras dura una Manifestación del Creador sobre este mundo, la parte de Sí que se humaniza, evoluciona durante millones de años a través de siete Razas Conscienciales, creadas a partir de los siete Demiurgos, o Dioses Planetarios que representan la energía de cada Rayo, uno de ellos. El propio Hermes y el planeta Mercurio. En la Tierra, los Rayos se vuelven Fuegos Creadores de distintos grados, aquellos que en Samotracia se llaman los Kabiros  y en otros lugares, Dioses Lares o Manes, porque cada Kabir se convierte en un Mane o Manú, o sea, en el ser pensante  creador de un lar, u hogar, para la incubación y la gestación de una nueva Raza, que él conforma, escogiendo a los espíritus más evolucionados de las Razas Anteriores, siempre para mejorar lo ya existente, entre los discípulos de las Escuelas de Luz que la Jerarquía de los Seres Divinos va creando en distintas regiones, ligadas a Centros  Intraterrenos, Intraoceánicos o Suprafísicos, desde donde  se irradian para el planeta las nuevas energías renovadoras y definitorias de cada ciclo.
La escuela de Héroes del Monte Pelión, dirigida por el centauro Quirón, donde nos conocimos, era una de ellas, Samotracia, Eleusis, Menfis y Sais de Egipto, son otras, como en el pasado lo fue el Cáucaso o, mucho antes, el centro de Asia, para nuestros ancestrales Arianos.  Ese lugar que te digo, el litoral del extremo noroeste de Iberia, es otro vórtice de atracción de pioneros evolutivos  que algún día  superarán las barreras de lo desconocido y extenderán del mundo y harán de él una sola nación. Por otra parte, el Microcosmos es un reflejo del Macrocosmos,  cada siete años todo lo que somos muda completamente, hasta la más pequeña célula, Orfeo.
El Guía de los Caminantes dibujó en mi sueño el mismo laberinto que había diseñado la Diosa Madre sobre la arena de una playa, pero esta vez no era plano, sino que le fue dando alturas diversas a sus senderos espirales. Cada media espiral significaba un ciclo de siete años de mi vida.  Fue modelando más altas o más bajas las curvas de nivel de cada sendero de media espiral. Y sabes con qué criterio?
-No tengo ni idea -repuso Orfeo.
-Pues modelaba más altas o más bajas las curvas de nivel de cada sendero de media espiral según la intensidad, mayor o menor, con la que viví los momentos experienciales más sentidos de cada ciclo. ¿Me sigues?-
Claro que le seguía, la imaginación de Orfeo era una imaginación de artista. En una súbita intuición creativa, tradujo a ciclos musicales las observaciones que la misma Inteligencia del gran Zeus, Atenea, había inspirado a su hijo mortal como método de reflexión y guía sobre su camino evolutivo, obteniendo así la estructura y los tiempos de una compleja composición melódica.
-Cuando acabó de modelar mis ciclos ya vividos –siguió contando Hércules, sin percibir el enorme impacto que estaba causando lo que contaba sobre la creatividad de Orfeo-, Hermes me dijo que me faltaban por vivir los últimos ciclos de mi laberinto y que era cosa mía decidir si yo quería que se fueran conformando, a medida que los vivía, en subidas y bajadas extremas, como las que han sido mi tónica y mi ritmo personal hasta ahora...
... O si prefería modelarlos yo mismo previamente, como quien traza el proyecto de una ascensión paulatina que llevará a una serie de objetivos a conseguir, a lo largo de mis próximos posibles ciclos.-
Orfeo sonrió y se acordó de su propio padre, el rey Eagro, que hubiera hablado, lo mismo que Zeus a través de su mensajero, de la importancia de tener claro un “plan personal de futuro en la vida” y de centrarse, como prioridad, en cumplirlo. Sí, todos los padres acababan siendo el mismo padre.
-Además -continuó Hércules-, Atenea añadió que, como yo no sabía cuanto tiempo iba a vivir todavía, era recomendable que hiciese una buena selección entre mis objetivos, para tratar de dedicar todas mis energías a alcanzar en el próximo ciclo el que más importante considerara y no dejarlo para un ciclo futuro, que no sabía si llegaría.
Por último -remató-, Hermes me hizo comprender que debería contemplar la propia muerte de mi existencia física como un último ciclo de mi laberinto; y que también podía modelar previamente esa etapa como una suave y larga bajada del sendero, tal como a muchos hombres les gustaría vivir su ancianidad... o, si lo prefería, trazar un rápido y vertical salto hasta el comienzo del próximo laberinto.-

-¿Del próximo laberinto? -repitió Orfeo sin comprender.
-Sí, del próximo, porque el laberinto se repite a sí mismo hasta el infinito; él mismo es el signo del Infinito; así que acabar una vida, que es una experiencia y un nuevo grado de aprendizaje de la consciencia del Ser Infinito sobre sí mismo, no significa más que pasar a continuar experimentando, en otro grado más elevado, sus infinitas potencialidades durante el siguiente ciclo de su Eternidad. Eso fue lo último que dijo Hermes,
Atenea añadió que mi salto evolutivo sería un verdadero salto a lo más alto de mí, si, en lugar de seguir intentando trazar por mi cuenta mis planos personales de vida en la ignorancia, renunciaba a la soberanía de mi libre albedrío y me entregaba incondicionalmente a ayudar a cumplir el Plan Evolutivo del Creador para este ciclo de toda la Humanidad,,, para lo cual tenía que dejar totalmente a un lado el instinto, el deseo, las sensaciones, la pasión, la emoción  y el intelecto, y sólo guiarme por las intuiciones del Alma, intuiciones donde yo la encontraría siempre a ella como segura guía y protectora. Luego desperté recordando cuanto te cuento muy claramente.
-Impresionante -comentó el tracio, sinceramente admirado, quien cada vez veía, también con mayor claridad, la estructura musical arquetípica, aplicable a miles de composiciones, que el relato de su amigo le había inspirado.
-Ahora, si vienes conmigo, te llevaré a ver una cosa que he estado haciendo –convidó el guerrero.


Orfeo le siguió y contornearon en dirección al mar las ciclópeas ruinas de la capital cretense, que habían sido terriblemente destruidas por el lado norte, como si un tifón hubiese derribado de un solo golpe todas sus piezas de piedra en dirección sur.
-¿Qué ocurrió aquí, Hércules?
-Pues parece que toda la amplia costa norte de Creta, junto con la capital, Knossos, y el palacio-laberinto, y la inmensa flota cretense, que no tenía rival y dominaba los mares, fueron arrasadas por una nube de fuego y por un maremoto espantoso, cuando explotó el altísimo volcán de la isla de Thera, que estaba a pocas horas de navegación hacia el norte.
-Eso debió ser un cataclismo terrible...
-Imagínate: una explosión que se lleva todo el volcán y más de media isla por el aire, que produce una lluvia de fuego y una nube de vapor ardiente que se extiende alrededor a distancias enormes y que provoca que el mar se precipite en una sima profundísima que quedó al descubierto... fue terrible, no sólo aquí, sino en todos los litorales circundantes, Citera, Kerme, Tirinto... hasta en los de Egipto y Lidia...
Y ahí se acabó todo el esplendor de dos mil años de refinada civilización matriarcal cretense para siempre –siguió Hércules haciendo un gesto hacia las ruinas-. Sin ninguna escuadra fuerte que les protegiese, ya que lo que quedó de ella fue incendiada por los sicilianos, y  en cincuenta años, mis abuelos, los griegos jonios y eolios, que eran unos brutos comparados con ellos, gentes que apenas lograban preservar su independencia y que no sabían mucho de mar, invadieron todos los territorios continentales e insulares de la dinastía Minos hasta que, finalmente, se las arreglaron para saltar a Creta y conquistaron, saquearon e incendiaron su rica y famosa capital.-

Nenhum comentário:

Postar um comentário