quarta-feira, 7 de setembro de 2011

29- EL VINO


EL VINO     

Arron hizo el gesto de quien empina el codo para beber, guiñó el ojo para Orfeo y dijo:
-Si algún dios ha triunfado en el mundo entero, compañero, ese es Dionisio: durante muchos años yo me dediqué a transportar ánforas de vino cretense por el mar y esa era una mercancía que en ninguna parte dejó de ser debidamente apreciada y que me ha servido para ganarme la amistad de tribus enteras de bárbaros.
Las uvas tienen una larga historia: En Oriente se dice que vinieron de aquel poderoso y culto reino de la antiguedad que se hundió bajo un diluvio o un maremoto. Parece que  los marinos supervivientes lograron desembarcar en una montaña del Cáucaso, igual que nuestros Decaulión y Pirra en el Parnaso,  y lo primero que hicieron en cuanto pudieron tocar tierra firme fue plantar una viña, cosechar, hacer vino y beberlo, para recuperar la alegría, tras haber sido testigos de la muerte de todo el mundo que conocían.  Los vates griegos, por su parte, dicen que Decaulión era hermano de Ariadna de Creta, hija de Minos, quien, cuando Teseo de Atenas la abandonó en Naxos, se casó con Dionisio, quien llevó a toda parte la cultura del vino.
El caso es que a los pocos años de la última gran catástrofe, las uvas ya crecían salvajes en la costa sur del Mar Negro;
a través de Asia Menor y Palestina, se extendió su cultivo hasta Egipto y todo el norte de Africa, desde allí pasó a Creta, donde la hermandad de los hombres-cabra, los Hijos de Pan, se encargaba de elaborarlo, por eso Baco siempre se representa rodeado de sátiros. Los cretenses lo llevaron, por oriente, hasta Persia y la India... y por occidente, las naves jonias (y yo tuve el honor de ser mensajero de Dionisio en esa misión), hasta el remoto litoral de los Oestrymnios del Norte, donde desplazó a la rubia cerveza.-
-No consiguió desplazarla en Tracia... –contestó Orfeo sonriendo- Allí, como en Frigia, las orgías dionisíacas de las ménades continúan haciéndose con cerveza elaborada por la hermandad de los centauros. Por cierto que el centauro Quirón de Ptía conocía un preparado alcohólico muy antiguo, a base de cerveza de abeto mezclada con hiedra y endulzada con aguamiel, del que se dice que es el néctar que toman los dioses en sus fiestas del Olimpo.
-No me fío nada de esas recetas demasiado antiguas- dijo Arron-, desde que me enteré de que el néctar de Zeus no pasaba de ser una elemental aguamiel tostada y que la famosa Ambrosía, el alimento del que se dice que daba inmortalidad a los dioses, no era más que unas gachas de cebada, aceite y frutas troceadas... Claro que eso ocurría en una época en la que los hombres sólo subsistían de asfódelos, malvas y bellotas...

Orfeo sabía, por Quirón y por Eleusis, que todos aquellos componentes de la Ambrosía que el comandante citaba componían, con sus letras iniciales juntas, la palabra “hongo” en griego, y que la ingestión ritual de hongos enteógenos era la llave que las antiguas chamanas matriarcales y los hombres-centauros del monte Pelión habían descubierto, en los bosques o entre el estiércol de los caballos, para conocer a los dioses. …Aunque era algo sobre lo que había jurado guardar secreto iniciático total.
Arron iba a seguir hablando, pero el timonel gritó desde su puesto, para todos, que ya se comenzaba a divisar la mole rugidora y los humeantes exabruptos del volcán Etna de Sicilia en el horizonte occidental.


Era un coloso altísimo, el volcán más elevado y activo de Europa, decían, con su base extendiéndose sobre toda la mitad nordeste de la isla y con la cumbre cubierta de nieves perpetuas, de la que salía humo continuamente, a veces con suavidad, a veces acompañado de pavorosas explosiones
-Está en erupción ahora mismo? -preguntó Orfeo.
-No, no, este es su estado normal desde que los hombres de nuestra raza lo recuerdan, tranquilo pero bastante vivo –respondió Arron-, la última erupción fue hace doscientos años y eso sí que daba miedo, según se cuenta. Sin embargo los habitantes de un pueblo que hay a sus pies, siguen ahí desde siempre y no se van. La primera vez que yo pasé por aquí casi anochecía y estaba arrojando tales emisiones de colada de lava por los cuatro cráteres de su cima, que nos volvimos, aterrados, porque parecía que hasta el mar estaba ardiendo. 
Pero luego supimos que eso sólo indica que los fantasmas de los cíclopes que Apolo mató para vengar a su hijo Asclepio siguen realizando su actividad habitual ahí dentro. Nada de lo que alarmarse, aunque los sabios dicen que se vuelven cada año más violentos... quien sabe si algún día el pavoroso gigante Tifón, que intentó vengar la derrota de los titanes, y al que también Zeus mismo venció y encerró ahí abajo, se escapará de su prisión y volverá este mundo del revés, como dicen que acontece  cada venticinco mil años.
...De aquel lado de las faldas del Etna hay un precipicio, el acantilado de Cíane, lo tienen como sagrado, ya que se dice que lo abrió Hades cuando raptó a la doncella Core, hija de la diosa Démeter, para bajarla al Mundo Inferior en su carro de negros corceles, donde ahora reina junto a él con el nombre de Perséfone.-
-¿Se podrá descender a los Infiernos por ese acantilado, comandante? –preguntó Orfeo con gran interés.
-Esa grieta está cegada por la lava de las últimas erupciones; hay algunas más en otros puntos del volcán que aún están abiertas, pero no se puede introducir nadie sin asfixiarse o quemarse inmediatamente... En cualquier caso, estas cosas tan especiales que Sicilia tiene hicieron que nadie, sino los fenicios, se atreviese a colonizarla durante mucho tiempo.
-¿Entonces está vacía de griegos?
-No, no, un día un tal Teocles fue arrojado ahí por una tormenta y no encontró cíclopes enormes de un solo ojo, sino pastores muy pacíficos que vivían en un lugar muy fértil. Así que volvió a Grecia, trajo gente civilizada y fundó Naxos. Si todo va bien, esta noche dormiremos en ese puerto.


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